Traigo más palabras nuevas, lo siento

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Viernes, 19 de noviembre de 2021

Jordi Pérez Colomé

¡Hola! Aquí está una nueva entrega de la newsletter de EL PAÍS Tecnología. Soy Jordi Pérez Colomé, periodista de la sección, y hablo de tecnología y sus cambios. Como casi siempre, nada de aparatitos.

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1. Traigo más palabras nuevas, lo siento

Por culpa de varias noticias esta semana (abajo las cuento), llevo varios días leyendo historias de gente para la que Facebook o Google son ya hoy el pasado. Ellos dicen que son el futuro, pero bueno ya veremos.

Son los profetas de la web3. Tiene que ver con cripto y espero no perder muchos lectores en este tortuoso camino hacia entender algo.

La web1 fue la pionera, hasta 2005, descentralizada y con protocolos abiertos, llena de foros y bullicio. Luego llegó la web2, dominada por compañías que aislaban a sus usuarios y se llevaban los ingresos. La web3 sería aparentemente la liberación y empezaría ahora: "Combina el carácter descentralizado, gobernado por la comunidad de la web1 con la funcionalidad moderna y avanzada de la web2", dice aquí uno de sus profetas, de un fondo de inversión que ha puesto bastante dinero en este futuro.

Antes de seguir, un comentario sobre la web2. EL PAÍS publicó ayer una entrevista con el deportista alpino Kilian Jornet, que se quejaba de la presión para los deportistas: "Yo creo que no es tanto culpa de las marcas, sino de los algoritmos de las redes sociales que te obligan a publicar más y más para ser más visible. Deberíamos pensar si lo que publicamos aporta o no aporta algo", decía.

Traigo más palabras nuevas, lo siento

De ese comentario me interesa esta frase: "Te obligan a publicar". Las redes sociales han aportado mucho pero su propuesta original era eliminar a los viejos guardianes (gatekeepers), que éramos los medios. Las redes iban a permitir que la información fluyera mejor. Aunque eso ha traído problemas, es verdad. Hay más información y es más fácil compartirla.

Pero hoy son ellos los nuevos guardianes. Quien quiere destacar tiene que pasar por su algoritmo y cumplir con sus normas no escritas, entre las que probablemente haya, como dice Jornet, que publicar a menudo. Las redes son nuestros caseros: te dejan un altavoz para que compartas tu información y así atraigas más gente. A cambio de unos likes.

La web3 abre otro panorama. Que el camino es ese ya se ve por el modo en que más plataformas permiten pagos a creadores o crecen plataformas que directamente son para suscribirse a creadores (Patreon, Substack). La web3 eliminaría esa última aduana y crear nuevas comunidades alrededor.

Estos son los argumentos de venta de este futuro, para entenderlo. Ahora, las historias donde se ve su peso creciente.

a) El nuevo nombre del pabellón donde juegan Los Angeles Lakers. Ahora se llamará "Crypto.com", que es una plataforma de criptomonedas y carteras digitales. Han pagado 700 millones de dólares por 20 años de nombre. Hasta ahora se llamaba Staples, que vende artículos de oficina. La metáfora para el cambio de era es maravillosa.

Hay otro detalle de cambios de época incluso mejor en esta historia. En junio de 2018 crypto.com era el blog de un profesor de ciberseguridad y criptografía que lo compró en 1993. Hoy "cripto" es criptomonedas. En el post de despedida dice que le habían hecho muchas ofertas hasta que le hicieron una que no pudo rechazar.

b) Discord, una app de chats para comunidades muy usada por gamers y ahora también por el mundo cripto, quería permitir nuevas funciones para cripto. Lo que provocó polémica y se echaron para atrás. Hay mucha gente que cree que el mundo cripto es un fraude y un gasto energético inútil. Puede que lo sea, pero lo que es seguro es que hay tramposos intentando pescar entre ingenuos.

c) Quentin Tarantino presentó imágenes únicas de Pulp Fiction convertidas en productos digitales únicos (NFT) de escenas "secretas" y Miramax, la productora, le ha denunciado porque no tiene los derechos para eso.

Traigo más palabras nuevas, lo siento

d) Un grupo de 15.000 personas organizado por 30 fans del cripto en apenas 7 días estuvo a punto de comprar una de las 13 únicas copias originales de la Constitución de EE UU en una subasta de Sotheby's. Reunieron 45 millones de dólares, la colecta más grande de la historia para un producto físico. La puja fue emocionantísima, millón a millón. Tras la derrota, devolverán el dinero a los participantes. Para ellos, era un momento fundacional y simbólico: reapropiarse de la Constitución. Su objetivo era colocarla en algún museo que decidieran en un voto entre todos.

Este grupo se llamaba ConstitutionDAO, las siglas en inglés de organización autónoma descentralizada. Es otra palabra nueva y de uso creciente. Es un tipo de organización donde los miembros pagan por entrar y luego votan por decidir qué quieren hacer. Hay una DAO, por ejemplo, que quiere comprar un equipo de la NBA. Otros quieren comprar cosas aún más caras. Si alguien aún quiere más, mañana sacaré una historia de este tema.

Lo dejo aquí pero volveré. Tenía fácil una docena de cosas locas para contar. Hay algo inimaginable en los próximos 5 años. Hay unos pocos miles de humanos que han pasado a convertirse en milmillonarios en los últimos 5 años. ¿En qué gastarán su dinero además de en comprar constituciones y renombrar pabellones?

2. Ojo con lo cuántico

Por algún motivo la computación cuántica levanta pasiones. Cada vez que Google o IBM anuncian un nuevo "hito" los artículos atraen muchos ojos. Esta semana mi compañero Manuel G. Pascual ha contado el nuevo procesador de IBM y su nueva potencia. Ha sido leidísimo.

Estos anuncios siempre tienen la misma estructura: hemos alcanzado una nueva frontera humana, pero el reto real de convertirse en algo útil está lejos aún. "El avance es importante, pero todavía estamos lejos de que los ordenadores cuánticos lleven a la informática hasta un nivel desconocido. Para eso hará falta que su potencia ronde el millón de qubits", escribe Pascual. ¿Y a cuánto está IBM hoy? 127. En 2023 esperan llegar a 1.121. No queda tanto.

3. Queremos más historias buenas

Este jueves me escribió Silvia Majó, investigadora del Instituto Reuters en Oxford, para hablar de historias buenas.

Fue porque el lunes EL PAÍS abría su página web con una historia de una abuela de Albacete que mondaba rosa para sacar azafrán. Su historia se había hecho famosa porque su nieto tuiteó la foto con este mensaje:

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Me encanta ese "GRATIS" de Varea en el mensaje.

En el reportaje de Manuel Jabois, la abuela María decía: "Ha llamado a esta casa todo el mundo. Hasta de fuera de España. Yo no sé ni lo que es eso de Twitter ni nada, pero menudo susto me he llevado: ¡cuánta gente ha escrito en internet! La familia, los vecinos, los periodistas".

A Majó y a un colega les llamó la atención la importancia que se le daba a esa "noticia positiva y humana". Lo hablaron en una reunión y decidieron mirar la estructura de la conversación. "La idea es entender cómo las noticias así, no polarizadoras, también penetran en la agenda de los medios a través de las redes". Para Majó es importante porque viene a paliar algo que, en sus investigaciones, ve que los medios hacemos mal: "Parte de la fatiga informativa que se ha vivido después de la covid-19 tiene que ver con la carga negativa que traen los medios en sus noticias. Esto es lo que dicen las audiencias cuando las entrevistamos", añade.

La sorpresa les llevó a analizar cómo se desarrolló el éxito en Twitter. Estas son las que tuvieron más impacto. Hay varias cuentas latinoamericanas:

Traigo más palabras nuevas, lo siento

Para Majó es una tendencia que veremos más, pero yo tenía preparada precisamente para esta semana una de las noticias para sentirse mejor de la última década, también nacida en Twitter: el chico invitado a la comida de Acción de Gracias por error con el número de teléfono. La tradición lleva 6 años y ha resistido a la muerte del marido de la abuela, que falleció por covid el año pasado. También la han replicado docenas de medios.

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4. Los obituarios también cambian

La importancia de ser los primeros en Google ha cambiado el negocio de los obituarios. También el interés por la nostalgia. Un obituario impactante puede lograr 1 millón de clics, que es mucho.

Para ello los periódicos los tienen a punto. Esto es algo que siempre se ha hecho. Pero la diferencia es que ahora el número de obituarios listos se ha multiplicado: el New York Times dice que tiene ya escritos en su sistema 1.850 (!) y el Washington Post, 900. Hasta el Hollywood Reporter dice que tiene 900, según su redactor jefe de obituarios.

Sería divertido saber quién hay ya ahí y cómo valoran añadir a gente más joven a la lista. Además de la edad, ¿mala vida, peligro de accidente?

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