| El agente 007 James Bond, en una de las secuencias del último filme de la saga, recomendable para el que disfrute viendo sufrir al espionaje británico, se cita con su archienemigo en la prisión de Belmarsh, en el sureste de Londres. Existe tal penal, utilizado en la cinta porque simboliza el encierro en un centro de altísima seguridad de los malos que además son malísimos, aunque el personaje interpretado por el actor Christoph Waltz no cumple allí sentencia; eso es ficción. No lo es el encarcelamiento en Belmarsh, la de verdad, del australiano Julian Assange desde abril de 2019. Y lo que le queda. Más adelante iré a los detalles en uno de los casos que sigo con especial atención. Pero grosso modo, Estados Unidos busca su extradición para juzgarle y encerrarle acusado de 18 cargos de espionaje e intromisión informática, ahora en fase de apelación ante el rechazo inicial de la justicia británica por el riesgo de suicidio. Los abogados de Assange me contaron este miércoles que podría haber decisión en las "próximas semanas". Apelación de EE UU. Eso significaría que, probablemente, el fundador de Wikileaks permanezca entre rejas lo que queda de año. Su pareja, Stella Moris, abogada y colaboradora de la web de filtraciones, prevé que incluso más, que el proceso llegue al verano que viene. Y eso me recuerda el mail que el propio Assange me envió hace más de 11 años. Le solicitaba charlar un rato. "El tiempo es imposible ahora", me dijo. El tiempo sigue corriendo y van más de dos años y medio desde que Scotland Yard le detuvo a la entrada de la Embajada ecuatoriana en Londres y le llevó a la cárcel. La acusación estadounidense, representada en el Tribunal Superior de Londres por el Crown Prosecution Service británico (CPS, Servicio de Fiscalía de la Corona), quiere extraditar al editor australiano, de 50 años, por delitos relacionados con la publicación de filtraciones de documentos militares y cables diplomáticos, entre otras cosas. Defienden que el reo podría cumplir la pena en Australia, su país natal, que no está tan enfermo como para no hacerlo y que, aunque se enfrenta a una condena de 175 años de prisión, estos crímenes no conllevan más de 63 meses entre rejas. Planes contra Assange. La defensa, organizada por el despacho londinense Doughty Street Chambers, presentará este jueves sus argumentos contra la extradición y en favor de la puesta en libertad –algo que debiera hacerse efectivo en el caso de que se rechace el recurso de Washington–. Nuestra compañera Patricia Tubella nos contará en las próximas horas desde la capital británica lo que da de sí la vista. Pero aprovecho para recuperar una historia publicada en exclusiva por el portal de noticias Yahoo News el pasado mes de septiembre sobre un posible plan de EE UU contra Assange. Queda esto dicho como recordatorio de un caso que afecta a un individuo que, con sus sombras y luces, abrió sin duda un camino diferente al periodismo, a los confidentes –los whistleblowers– y al trabajo de filtraciones masivas de información. Violencia en Haití. Acerca del buen periodismo, algunas recomendaciones de lo que hemos trabajado y lo que viene. Hablaba ayer con nuestro compañero en México Jacobo García. Ha estado trabajando en Puerto Príncipe, en Haití, durante esta semana, y aún le queda algo de tajo antes de regresar a casa. Un párrafo de su última crónica acerca de la profunda crisis que vive el país caribeño: "Las pandillas confirmaron que mantienen bloqueado el servicio nacional de reparto de gasolina en la terminal de Varreux de Cité Soleil y el poderoso Jimmy Cherisier, alias Barbecue, exigió la dimisión del primer ministro Ariel Henry para levantar la asfixia sobre la capital". Casi nada. Seguimos pendientes de la evolución del golpe de Estado en Sudán, que nos ha ido contando el periodista Marc Español desde El Cairo. Mención especial al encuentro que tuvimos este martes en Madrid, no sin algo de olfato, con la hasta ahora directora de la unidad contra la violencia de género del Gobierno sudanés, Sulaima Ishaq el Khalifa. Esto le dijo a mi compañera en la sección de Internacional Paula Medina: "Podría ser arrestada de vuelta en mi país o despedida de la oficina, pero no pienso dimitir. Soy responsable de muchas cosas y mis superiores han sido arrestados o desaparecidos" Tanto Marc como nuestro reportero José Naranjo –de viaje por Costa de Marfil– ultiman este jueves un artículo a cuatro manos sobre la fragilidad de la democracia en buena parte del continente africano. Y no me olvido de Asia. Menos de China. En próximos boletines me volcaré en ello, pero recupero el reportaje publicado el pasado fin de semana por mi compañero Andrea Rizzi, corresponsal de asuntos globales, sobre la carrera por los misiles hipersónicos. Este mismo jueves, comentaba con Andrea las últimas declaraciones de un alto cargo militar estadunidense sobre los test chinos con hipersónicos, un hito que comparaba con el lanzamiento del Sputnik en 1957. Como Andrea citaba en aquel artículo recuperando palabras de Deng Xiaoping: "Observa con cuidado, esconde nuestra capacidad, espera nuestro tiempo". Muchas gracias de nuevo por leer y seguir este boletín. El jueves que viene, un nuevo correo en tu buzón. Gracias por leernos. Puedes apuntarte aquí para recibir la newsletter de Internacional. Puedes seguir a EL PAÍS INTERNACIONAL en Facebook y Twitter. |
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